
Medicina integrativa… seguro que os suena este término que tan «de moda» se ha puesto en los últimos tiempos y, sin embargo, no es ni mucho menos nada que se acabe de inventar.
La medicina integrativa o integral es un enfoque médico que combina terapias tomadas de la medicina convencional y la medicina complementaria, para administrar a cada enfermo lo más adecuado en su caso particular, considerando al paciente de manera global, prestando atención a los aspectos fisiológicos, psicológicos, nutricionales, culturales, ambientales y sociales, y otorgando un papel fundamental a las medidas de prevención en salud.

El ejercicio de esta medicina hace necesaria la comunicación permanente entre profesionales y que estos trabajen en buenas condiciones laborales y en armonía. La educación en salud en la consulta y la atención a los diferentes aspectos que puedan ayudar a la persona a su propia realización, tanto a nivel físico como psíquico, son fundamentales para lograr un tratamiento integral.
Para entender cualquier sistema de curación es necesario conocer el contexto cultural dentro del cual se desarrolla. La perspectiva científica occidental está basada en una ideología reduccionista: intenta comprender un sistema descomponiéndolo en las partes que lo constituyen. La práctica de la medicina es también reduccionista, en contraposición a la perspectiva holística que aborda a las personas como seres “totales”: cuerpo, mente y espíritu.
Este énfasis analítico ha proporcionado excelentes ideas para el tratamiento de las enfermedades, pero aún carece de esa visión general que engloba a todas las facetas de la condición humana.
Cada vez más médicos que nos hemos formado bajo este enfoque reduccionista, percibimos las carencias de la medicina cuando no tenemos en cuenta al paciente en su conjunto, en “todo lo que es”.
Quienes más lo perciben (y sufren en carne propia) son los pacientes, en los que a menudo se genera una profunda insatisfacción con un sistema de salud médico sobrecargado de trabajo donde, en muchas ocasiones, tienen la sensación de ser vistos y tratados simplemente como órganos o sistemas orgánicos dañados.
Cualquiera estará de acuerdo en que un hepatópata no es sólo un hígado enfermo, ni un cardiópata un corazón que falla, y que alguien con depresión necesita algo más que fármacos antidepresivos. Detrás de todo eso, o mejor dicho, delante de nosotros tenemos a una PERSONA que sufre y que tiene todo el derecho a ser tratada como tal.
Existen medidas terapéuticas comunes que cumplen su misión y benefician a los enfermos pero no podemos quedarnos ahí. Es necesario ir más allá, conocer el origen de la enfermedad y su comportamiento en cada persona.

Ver sólo el síntoma como algo aislado «adherido» a la persona es un gran error. No hay enfermedades sino ENFERMOS y los que nos dedicamos a la práctica de la medicina sabemos que no existen dos enfermos iguales.
La constitución física, la genética, las emociones, las creencias, los factores sociales, ambientales, etc, condicionan la presentación, el desarrollo y la evolución de las enfermedades e influyen en los resultados que obtenemos al administrar un tratamiento u otro. Es importante tener todo esto en cuenta no sólo para alcanzar la curación sino para prevenir la enfermedad.
No hay medicina «buena» ni «mala», es medicina todo lo que beneficia y ayuda a sentirse mejor a la persona enferma. Rechazar sistemáticamente o negar a un paciente algo por el mero desconocimiento no es ético.
Es la curiosidad, el afán de conocimientos y la apertura de mente lo que permite evolucionar al ser humano. Y la medicina integrativa requiere pacientes que participen de manera activa en su proceso personal de mejoría, curación o mantenimiento del buen estado de salud.
Dra. Raquel Vélez Vázquez (colegiada nº 29/2909119) Médica especialista en Medicina Familiar y Comunitaria Especialista en Acupuntura Médica y Medicina Tradicional China Máster en Acupuntura Tradicional China y Moxibustión por la Univ. Pablo de Olavide (Sevilla) Especialista en Acupuntura y Moxibustión por el Tercer Hospital de la Universidad de Ciencias Médicas de Beijing (China)